CUANDO UN NIÑO MUERE, CONCHAGUA

En la época de los años 1940, habían dos formas de hacerse compadre cuando nacía un niño o niña, como por ese tiempo no había párroco en la Iglesia, este solamente llegaba en ocasiones especiales generalmente en las fiestas titulares o patronales, así que por lo general le echaban el agua (el agua bendita) y esa era la forma más común de encompadrar, o esperar a que llegara el padre a realizar bautizos colectivos.

Cuando por algún motivo moría el infante (en su mayoría no se sabía la causa de la muerte, pues no existía un servicio de salud en la comunidad), la gente solía decir que había muertillo (así se decía cuando moría un niño) los compadres inmediatamente invitaban a que los acompañara su grupo de amistades y se reunían en la casa del padrino de ahí salían en caravana hacia la casa del compadre, el padrino se hacia acompañar de la música de cuerdas, una palma y ramitos (estos eran decorados de papel crespón o papel de china) y cargaban una matata con chibolas (gaseosas) y el litro de guaro; llegaba hasta la entrada del terreno del compadre y el dueño de casa salía y le debía de decir “compadre esta casa es suya” y acto seguido el compadre entraba con su comitiva, empezaba la ceremonia con el “baile de la palma” este baile consistía en que los niños al compás de la música popular de la época bailaran la palma alrededor del muertillo, acto seguido se abría el baile para los adultos, que al final el pobre muertillo terminaba polvosito polvosito, (esto porque los pisos de las casas eran de tierra),el día siguiente era el entierro y el muertillo era cargado por niños. Cabe decir también, que este evento no estaba rodeado de tristeza pues era un angelito que iba al cielo, y esto se convertía además en un evento social del pueblo en donde se compartía comida (tamales, café y pan). La comunidad contribuía para el convivio desde llevar como presente dinero, hasta gallinas, hojas de huerta, leña, café, según fuera la capacidad económica de cada uno. Para la elaboración de los alimentos es costumbre que la familia paterna o materna ayude y se delega en una persona la responsabilidad para dirigir.

Para muchos conchaguences es lamentable que esta tradición tan bonita haya desaparecido, puesto que cada generación nace con creencias realmente distintas, aunque la responsabilidad recae directamente a los padres de familias ya que a pesar que ellos si crecieron y vivieron esos tiempos, era su responsabilidad el seguir conservándola.

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